lunes, octubre 30, 2006


La soledad me acaricia la espalda. Es la misma cama. Soy yo otra vez. Tan sola que ya me siento acompañada.
Nostálgica, también, la luna me mira de reojo.
La ventana deja entrar los amargos vientos de la noche.
Escucho caer en el silencio el último pétalo de aquella flor que adornaba mi jardín.
Con el viento viaja mi tristeza y golpea puertas de solitarios noctámbulos.
En ausencia del sol todo es incierto, todo puede suceder, sólo en forma de ilusión.

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