En mis adentros hay un mundo de rosas sin espinas
De cielos con nubes de ornamento
Y caminos de verdes terciopelo
Donde mi fauna ancestral corre suelta,
Sin pretéritos ni pendientes
Hay tierras fecundas de ideas felices
En los campos de mis ojos relumbrantes
Por la noche las estrellas, centelleantes,
Escoltan a una luna imperturbable
Siempre creciente, nunca menguante
Un recuerdo color sepia de un momento
Un Edén persistente en la intemperie de mis adentros
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