sábado, agosto 21, 2010


Una tarde en el balcón


brillaban tus ojos con tal esplendor


que no dudé en preguntarte, amiga,


los motivos de tal fulgor


-Debe ser el sol- contestaste


y el cielo se reflejó en tu mirada


Al caer la tarde, comparaste la vida con un cigarro


y dos copas de vino se evaporaron a través nuestra piel


Ya por la noche mis ojos chispeaban como los tuyos


y, apoyada en la barandilla, respiré el aire de agosto


y pensé que, quizás, podría ser la luna...


Aunque sospecho un poco de las estrellas


me gusta que nos brillen así los ojos


estoy muy feliz por mí y por vos






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