
Es así como la lluvia nos moja: tan inocente, tan inofensiva.
La nada misma somos.
La vemos caer del cielo, ajenos.
Que tape de agua esta ciudad.
Que lave sus impurezas y después decida cuándo morir.
Es lo más natural que vi hoy por la ventana.
Todos los taxis ocupados.
No te mojes: esta vez vas a usar un paraguas de ilusión.
Quizás dejes que lave tus manos, aunque no borre nada.
Cuando salga el sol y ya no me recuerdes
me refugiaré en él y desearé la tormenta.