viernes, julio 30, 2010


Es así como la lluvia nos moja: tan inocente, tan inofensiva.

La nada misma somos.

La vemos caer del cielo, ajenos.

Que tape de agua esta ciudad.

Que lave sus impurezas y después decida cuándo morir.

Es lo más natural que vi hoy por la ventana.

Todos los taxis ocupados.

No te mojes: esta vez vas a usar un paraguas de ilusión.

Quizás dejes que lave tus manos, aunque no borre nada.

Cuando salga el sol y ya no me recuerdes

me refugiaré en él y desearé la tormenta.

sábado, julio 10, 2010


Ni la luna.

Ni una estrella al azar.

Ni un destello de eso, ni una luz de nada.


Negro el cielo se presta, sin arco iris.

El mar nunca seco olas hará.

Solo, apuesta confiado en ellas.

Sólo hamaca con agua la sal.

Mareas altas, cuando está llena.

Sangre que se pierde en su inmensidad.